domingo, mayo 04, 2008

Plinio Apuleyo Mendoza, Lorenzo Madrigal, Georges Santayana, historia de Colombia, pirandellismo y parapolítica

Plinio Apuleyo Mendoza, Lorenzo Madrigal, Georges Santayana, historia de Colombia, pirandellismo y parapolítica

La simpática columna de Lorenzo Madrigal “La historia, ¡bah!, la historia”, publicada a mediados de abril de 2008 en El Espectador, y cuyo contenido comparto y retribuyo, abre con una paradójica reflexión que resume irónicamente, para los colombianos, nuestro presente nacional olvidadizo y mitómano: “DICEN QUE SI NO SE RESPETA LA historia se está condenado a repetirla”, es la sentencia en cuestión y el modo como cita Madrigal el consabido apotegmilla corrobora su lucidez (la del apotegma más que la de Madrigal), pues la primera historia que olvidan quienes están condenados a repetirlo (y a deformarlo) es la del propio aforismo cuya enunciación inicial señalaba que “aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”. Para liberarnos de tal condena, y evitar mezclar el pasado con la historia, vale anotar que su autor fue el inmortal filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana y Borrás, más conocido en el contexto estadounidense, en donde creció y produjo buena parte de su obra, como George Santayana (1863-1952). La célebre frase —que tan a menudo aparece sin dar crédito a su no menos célebre creador— fue escrita por Santayana en el decimoctavo párrafo del capítulo XII (titulado “Flujo y constancia en la naturaleza humana”) del libro “La razón en el sentido común” que es el volumen primero de su gran obra “La vida de la razón o las fases del progreso humano”.

Por cierto, en cuanto a progreso concierne, y tal cual lo retrata la entretenida cordialidad con que Lorenzo Madrigal deja en risible brete a más de un Plinio Apuleyo Mendoza (por las incosistencias que este conspicuo furibista dejó entrever al retratarse como gallardo testigo de ocasión en el lucutoso episodio del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán), a juzgar por el simulacro de historia que vivimos, lo único que avanza en nuestra nación es el número de congresistas presos y posesos por la pandemia parapolítica. Así, en tanto la bancada de gobierno, poco a poco se trueca en ‘carcelada’ gubernamental (¡viva la Corte Suprema de Justicia¡, y también ¡viva Claudia López¡, su gallarda defensora), las muchedumbres continúan empeñadas (y empañadas) con su creencia en la transparencia de quienes gracias a una abracadabrante mayeútica se proclaman inventores de la solución y de la nueva Colombia (cuando todo indica que son en realidad buena parte del problema…). Vivimos, por cierto, una época de pirandellismo exacerbado que ni siquiera el propio Luigi Pirandello, Nobel de literatura 1934, pudo intuir, pues si sus Seis personajes en busca de autor, nos enseñaron que la comunicación es un fraude, el ochenta por ciento de los nacionales, creyendo haber encontrado su autor en el presidente más popular de la historia, ratifican que es imposible el discernimiento, y que la verdad objetiva está perdida. Es más, no existe; de existir, es irrealizable conocerla; y guay de quien llegue a conocerla ¡por cuanto será incapaz de transmitirla! Tal es la dinámica, en la era del ‘armonizar’ contradicciones, como parece haberla bautizado el filósofo Holguín Sardiágoras. “Aquellos que niegan la historia están condenados a retrasarla”, bien habría podido decir Santayana…

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