miércoles, diciembre 31, 2008

El referendo trieleccionista: ¿caerá Troya por segunda vez?

El Referendo Trieleccionista: ¿caerá Troya por segunda vez?


* Texto de una carta inédita al Diario El Espectador (asumo que se quedó sin ver la luz) que considero patriótico publicar...

Sin querer ser pesimista, temo que su edificante editorial del domingo 20 de diciembre de 2008 “Referendo, triquiñuelas y poder presidencial”, deba enfrentar aún muchos oídos sordos y ‘uribistas’ gordas, pues —aun cuando la marea bajó y ya es posible criticar al ‘Supremo’ sin tributarle antes diez elogios protocolares—, quienes detentan el poder y anhelan proseguir detentándolo (es decir, el presidente Uribe y sus ‘abonados’) son pródigos y hábiles en mezclar propaganda y coerción. Así, muy complicado, y acaso imposible combatir todos los efectos del masivo enjuagado de cerebros.

Diáfana su argumentación al anotar que “el trámite de aprobación, como prácticamente todo lo relacionado con el referendo no estuvo exento de irregularidades”, pero ¿encontrará eco? Difícil. El criterio ciudadano está embotado tras seis años de desayunar, almorzar y comer Álvaro Uribe Vélez por prensa, radio y televisión aderezado con salsas politiqueras y mercantilismos al ajillo. Por eso todos dividen por cien los errores del Presidente y multiplican por diez mil sus aciertos; por eso, quizás, un hombre serio, como hasta hace poco fue Rodrigo Rivera, se autoproclama legatario de la Seguridad Democrática y, de paso, se suicida electoralmente.

Asimismo, la mojiganga que evitó el desplome del proyecto ‘trieleccionista’, invita a parafrasear una pasaje del filósofo austriaco de la ciencia Paul Feyerabend (1924-1994), del primer capítulo de su obra “Contra el método”, pues al igual que un perrillo amaestrado obedece a su amo sin importar lo confuso que él mismo esté, y sin importarle cuán urgente sea la necesidad de adoptar nuevos esquemas de conducta; del mismo modo, el uribista amaestrado (pues sólo una minoría de los uribistas es partícipe consciente del esperpéntico proceder gubernamental) será obediente a la imagen mental de su amo, se conformará a esquemas de argumentación aprendidos (en el nombre de la seguridad democrática, de la confianza inversionista y de la cohesión social, amén…), se adherirá a ellos sin importar la confusión en la que se encuentre, y será completamente incapaz de advertir que aquello que él considera “mejor y única opción” sólo es efecto del adoctrinamiento recibido. En consecuencia, este uribista promedio será poco apto para notar que dicha mejor y única opción ante la cual se inclina presto, no es otra cosa que una maniobra política (o, peor aún, comercial).

Reiterar “la inconveniencia de que el Presidente sea reelegido por segunda vez consecutiva” como hizo el editorial es valiente. Tanto como anotar que “si el referendo se cae, sería una buena noticia para la democracia colombiana y sus instituciones, que se verían seriamente afectadas con la permanencia en el poder de una misma persona durante más de ocho años”. Sin embargo, el referendo es como el Caballo de Troya y quienes advierten contra su peligrosidad para la salud institucional y cívica de Colombia, corren el riesgo de ser denostados por sus compatriotas, tal cual aconteció en la leyenda a los sacerdotes de Apolo, Casandra y Laocoonte: únicos de entre todos los troyanos que alertaron a sus paisanos contra el peligro que alojaban las entrañas del monumental equino de madera. Si al gran artilugio concebido por Ulises, lo tripulaban los aqueos, al referendo lo tripulan los saqueos, pues disfrazada de modernidad y progreso (sólo económico y con desafortunadas consecuencias morales) se ha engatusado al país con una muy ambigua antigüedad que amenaza desvirtuar la Constitución. “Dejemos a quien está donde está, no porque sea mejor que eventuales nuevas alternativas sino precisamente porque está ahí”. Con semejante lema, es innegable que “reelegir por segunda vez consecutiva al Presidente (…) se opone al sistema de pesos y contrapesos que caracteriza el Estado Social de Derecho”. Es más, intranquiliza la prolongación de una era donde cualquier cosa —recompensas, gabelas, asensos, etc.— se zanja por el mandamiento absoluto: “todo por la plata” (y por lo mismo es triste que lejos de cualquier consideración solidaria el gran caudillo haya experimentado un bajón en las “impuestas” de opinión, sólo cuando la situación tocó las billeteras). Nada bueno sale de guardar el cerebro en el bolsillo. Ahora bien, aunque hago votos porque en esta navidad el plato preferido sea el “esponjado de reelección” (tal cual lo bautizara Heriberto Sandoval en Sábados Felices), lo paradójico es que ni el escándalo piramidal asegura la sepultura política del faraón “Tu-tan-teflón”.

Lo que sí es evidente es que el drama DMG, DRFE —para el cual debe estar gestándose una solución mágica que lleve de nuevo la uribofilia a las nubes—, significa escuetamente algo como: “Democracia Maltrecha Gravemente Debido Referendo Fatal Empresa”. Además, incluso si convenimos en que Álvaro Uribe Vélez es el mejor presidente de la historia, ello sólo es válido al contrastar su gestión con quienes lo antecedieron, ¿pero no es absurdo afirmar su superioridad sobre aquellos que eventualmente lo sucederán? El colmo es que todavía se hable del talante frentero del Presidente cuando lo evidente es su voluble aire veraz que a casi todos deslumbra (dirán que hasta los juegos verbales conspiran porque justamente de trasponer las letras incluidas en “voluble aire veraz” se obtiene “Álvaro Uribe Vélez”… ¡vaya un anagrama idóneo!). De todos modos el problema, nunca fue tanto la mentalidad de pastor que asumió el líder, sino, totalmente al revés, la de redil en que se encerró Colombia.

Por eso y aunque hay signos esperanzadores, urge desbaratar el Caballo del Referendo. Sólo eso evitará que Troya caiga por segunda vez.

domingo, mayo 04, 2008

Plinio Apuleyo Mendoza, Lorenzo Madrigal, Georges Santayana, historia de Colombia, pirandellismo y parapolítica

Plinio Apuleyo Mendoza, Lorenzo Madrigal, Georges Santayana, historia de Colombia, pirandellismo y parapolítica

La simpática columna de Lorenzo Madrigal “La historia, ¡bah!, la historia”, publicada a mediados de abril de 2008 en El Espectador, y cuyo contenido comparto y retribuyo, abre con una paradójica reflexión que resume irónicamente, para los colombianos, nuestro presente nacional olvidadizo y mitómano: “DICEN QUE SI NO SE RESPETA LA historia se está condenado a repetirla”, es la sentencia en cuestión y el modo como cita Madrigal el consabido apotegmilla corrobora su lucidez (la del apotegma más que la de Madrigal), pues la primera historia que olvidan quienes están condenados a repetirlo (y a deformarlo) es la del propio aforismo cuya enunciación inicial señalaba que “aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”. Para liberarnos de tal condena, y evitar mezclar el pasado con la historia, vale anotar que su autor fue el inmortal filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana y Borrás, más conocido en el contexto estadounidense, en donde creció y produjo buena parte de su obra, como George Santayana (1863-1952). La célebre frase —que tan a menudo aparece sin dar crédito a su no menos célebre creador— fue escrita por Santayana en el decimoctavo párrafo del capítulo XII (titulado “Flujo y constancia en la naturaleza humana”) del libro “La razón en el sentido común” que es el volumen primero de su gran obra “La vida de la razón o las fases del progreso humano”.

Por cierto, en cuanto a progreso concierne, y tal cual lo retrata la entretenida cordialidad con que Lorenzo Madrigal deja en risible brete a más de un Plinio Apuleyo Mendoza (por las incosistencias que este conspicuo furibista dejó entrever al retratarse como gallardo testigo de ocasión en el lucutoso episodio del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán), a juzgar por el simulacro de historia que vivimos, lo único que avanza en nuestra nación es el número de congresistas presos y posesos por la pandemia parapolítica. Así, en tanto la bancada de gobierno, poco a poco se trueca en ‘carcelada’ gubernamental (¡viva la Corte Suprema de Justicia¡, y también ¡viva Claudia López¡, su gallarda defensora), las muchedumbres continúan empeñadas (y empañadas) con su creencia en la transparencia de quienes gracias a una abracadabrante mayeútica se proclaman inventores de la solución y de la nueva Colombia (cuando todo indica que son en realidad buena parte del problema…). Vivimos, por cierto, una época de pirandellismo exacerbado que ni siquiera el propio Luigi Pirandello, Nobel de literatura 1934, pudo intuir, pues si sus Seis personajes en busca de autor, nos enseñaron que la comunicación es un fraude, el ochenta por ciento de los nacionales, creyendo haber encontrado su autor en el presidente más popular de la historia, ratifican que es imposible el discernimiento, y que la verdad objetiva está perdida. Es más, no existe; de existir, es irrealizable conocerla; y guay de quien llegue a conocerla ¡por cuanto será incapaz de transmitirla! Tal es la dinámica, en la era del ‘armonizar’ contradicciones, como parece haberla bautizado el filósofo Holguín Sardiágoras. “Aquellos que niegan la historia están condenados a retrasarla”, bien habría podido decir Santayana…

lunes, abril 28, 2008

Guillermo Turriago Pardo in memoriam

Hasta siempre a Guillermo Turriago

Por: Alfredo Gutiérrez Borrero

Está mañana del sábado, 26 de abril de 2008, es una de esas que no desearíamos que llegue, la del día en que decimos adiós al cuerpo (pues el alma nos acompañará siempre), del señor de San José, de nuestro amado Guillermo. Hoy, con los recuerdos de la acogedora reunión en la funeraria de la noche anterior agitando nuestros dedos, la película de estas pasadas semanas corre una y otra vez en nuestras mentes, la ilusión, la esperanza de que Turris (como lo llamaba mi prima Carolina) caminase entre los vivos por más tiempo se frustró y con su partida la música de la melancolía, de las remembranzas, hace que nuestros corazones entonen la tonada, la vibrante melodía del “hasta la vista”... Amada tía Ángela, fuerte y cariñosa, mis entrañables primos, Mauricio, Felipe, Camilo y Carolina; sus esposas y esposo, Gilma, Patricia, Clara y Rafael, toda la ‘nietada’, los formidables mellizos, Nico y Juan Pablo, los arquitectónicos retoñitos de Felipe y Patricia, Pablo y Gabriela, las inquietas y pícaras Marías, y el legendario Emiliano..., personas todas con las que nos unen la sangre y el espíritu; de las ramas a las raíces, de las flores a los frutos, quienes participamos del árbol familiar por el que corre la savia Turriago Borrero nos agitamos conmovidos en la música de la despedida. Y esta mañana los perfumes de la ternura aroman el aire.

Con que placer habríamos donado quienes lo queremos trocitos de nuestros corazones para animar más años el de Guillermo, con cuanto goce habríamos querido volver a charlar con él, decirle lo importante que es en nuestras vidas. Cada paseo a los campos de Chipaque, cada reunión en torno a la chimenea crepitante en San José, cada encuentro en el Ley o el Carulla de Niza en torno a una almojábana, cada viaje en el mítico Land Rover, miles de otros sucesos y en mi caso infinidad de noches que dormí en el hogar Turriago Borrero, incluso cientos de crucigramas de El Tiempo, resultan piezas hoy incompletas del cuadro de la existencia. Sin duda, los Turriago son como frutas, en la juventud, poderosos, fieros y combativos; a medida que crecen y maduran se acentúa en ellos la simpatía, el ser cálido, y un vigor bonachón que ya nunca los abandonan, Guillermo fue consumado ejemplo de ello. Imposible olvidar su “taluego”, o su forma de reír con todo el cuerpo, o su humor juguetón, o el sonido del jeep al arrancar; impensable acercarnos si quiera con palabras a la posibilidad de explicar el afecto que nos posee, la consternación que nos sacude, el recuerdo que nos conforta y nos anima. Más de lo que podemos expresar, es y será siempre más de lo que podemos expresar, pero mucho menos de lo que quisiéramos comunicar.

Se agotan pues las frases mientras saltamos a la inmensidad del sentimiento que nos une. Que nada desgarrará. Adiós Guillermo, hombre solar, vital, autónomo, incansable, vivaracho. Algunas personas cuando viajan al país del nunca volver nos miran desde la luna, otros se transforman en estrellas y algunos especiales, esos que como esposo, como padre, como abuelo, como tío, como amigo dejaron su esencia y presencia en quienes tuvimos la fortuna de coincidir con ellos en el espacio y el tiempo, esos nos custodiarán desde el sol, por eso Guillermo, saludamos tu viaje a la eternidad seguros de que desde el sol nos acompañarás, que su calor evocará tus carcajadas, que gracias a ti hay, y siempre hubo, motivo de sonreír al sentir el sol, sé pues nuestro emisario ante tantos amados que partieron antes que tú, viaja contento, pues cada mañana, desde mañana, el sol nos reunirá contigo. Sus rayos tendrán tu voz, adiós nuestro arquitecto, adiós Guillermo, adiós...

Tu agradecido sobrino, Alfredo.