lunes, mayo 16, 2005

E14 El Peregrino Ensayo

El Peregrino
por Alfredo Gutiérrez Borrero
Ensayo escrito originalmente en mayo 20 de 2003 bajo el título de "Ciberdelirio"


William Walpole Wad fue especial.
Entre los estudiantes del instituto tecnológico de Massachussets (MIT) implicados en transmisión experimental de información, sólo él bromeaba con mensajes que un computador descomponía en trozos que enviaba separados hasta otra máquina dentro de la cual se reunificaban.
Era 1964 y ese recién divulgado ‘sistema de paquetes’ desarrollado por militares norteamericanos se investigaba también en California y Gran Bretaña.
Dicho método permitiría al Departamento de Defensa de los Estados Unidos vincular bases informáticas diseminadas por ese país mediante un sistema descentralizado y resistente (aunque fuera parcialmente destruido) a catástrofes naturales, ataques nucleares o sabotaje enemigo.
Sobre ese principio la Universidad de California instaló en 1969 los primeros componentes de una red de computadores denominada Arpanet.
Qué progresaría para convertirse en un cosmos simulado:
Internet.

Buenaventura
William Walpole Wad fue afortunado.
Vivió rodeado de cambios tecnológicos.
Un amigo suyo —el ingeniero estadounidense Ted Nelson— creó documentos electrónicos que podían leerse entremezclados en la pantalla del computador.
‘Hipertextos’.
Su colega, Ray Tomlinson, organizó el primer software de correo electrónico para comunicar a los desarrolladores del Arpanet. Luego otro conocido suyo, Lawrence Roberts, genio del MIT, perfeccionó un programa para escribir, recibir, archivar, redirigir y responder mensajes informáticos.
William advirtió lo que sucedía.
Estaba apareciendo un emporio de sonidos, imágenes y símbolos cuyas posibilidades desafiarían la objetividad lineal.
Un reino electrónico.
Otra realidad.

Atención
William Walpole Wad fue curioso.
Como Cristóbal Colón.
Anticipó el ecosistema informático que estaba emergiendo
Más que perfeccionar un mundo viejo quiso descubrir otro.
Uno superior a la esférica Tierra.
Amorfo. Ilimitado.
Durante dos décadas, hasta los años 80, conforme Internet se sofisticaba, William especuló con posibles migraciones al universo digital. Más que navegarlos ansiaba bucear en la corriente de datos que ingresaban al sistema planetario.
A diferencia de los estudiosos de la evolución cibernética que intentaban combinar el humano con la máquina, él pensaba en un viaje del humano hacia dentro de la máquina.
Comenzó a trabajar para lograrlo.

Palabras
William Walpole Wad fue intuitivo.
Las largas series numéricas de los Protocolos de Internet (IP), que entonces se usaban para desplazarse a los ‘sitios’ dentro de la red, obstaculizaban sus planes.
En 1984 eso acabó.
Surgió el Sistema de Nombres de Dominio (DNS), que simplificó el manejo de Internet con sufijos de tránsito (.edu, .com, .gov, .org) y códigos nacionales (.co, .ar., .mx).
Las letras reemplazaron a los números.
Y William sabría capitalizarlo.
Apenas conoció lo que Timothy Berners-Lee, físico e ingeniero británico, adelantaba con el Centro Europeo de Energía Nuclear en Ginebra, Suiza, se ofreció a colaborarle.
El proyecto llamado World Wide Web (WWW) fue operacional en 1989 y se empleó pronto en universidades de todo el mundo.
Lo componían diversos programas, normas y protocolos que disponían la forma en la cual archivos de multimedia (documentos que incluían textos, fotografías, graficas, video y audio) se organizaban y desplegaban en Internet.

Diferencias
William Walpole Wad tuvo claro algo inadvertido por mucha gente.
Internet y World Wide Web son conceptos distintos.
Internet comprende tanto la WWW como equipos físicos (el hardware: computadores, servidores, enrutadores, conexiones) y asimismo programas y protocolos ajenos a la WWW pero compatibles con ésta. Además involucra varios métodos de vincular computadores, como Telnet, FTP o Gofer.
La WWW (o más comúnmente ‘La Web’) es, en cambio, un entramado electrónico de recursos informativos localizados en la memoria de computadores extendidos por todo el planeta sobre los cuales un usuario se desplaza usando links entre documentos.
William concibió la Internet como un computador mundial y la WWW como su gigantesco sistema operativo.
La Web, aunque sea la más popular, sólo es una parte de Internet.
Varía de otros componentes de la red en las reglas que los computadores adoptan para intercomunicarse y en la accesibilidad a informaciones aparte de las textuales.
Es complicado visualizar películas y archivos multimedia con métodos distintos a la web.
La web era lo que William necesitaba.

Simbiosis
William Walpole Wad mezcló los impulsos eléctricos del cerebro y del computador.
A finales de los años 90 superó el binomio hardware / software e inventó un programa orgánico.
Una interfaz entre la máquina y el organismo.
¡Wetware!
Que, en teoría, permite hacer cosas como copias digitales del contenido neuronal. O replicar emociones y recuerdos. O agregar al intelecto de un individuo en forma instantánea nuevos idiomas o habilidades.
Con el lanzamiento en 1993, del ‘Mosaic’, primer navegador Web internacional gráfico de simple uso (seguido por Explorer de Microsoft y Netscape navigator) se inició la Era de los Cibernautas.
En el año 2000 empresas proveedoras de servicios de Internet (ISP), como America Online, Compuserve y muchas abastecedoras locales, suministraban, a precios razonables, conexiones a la red mediante cable o módems que marcaban un número telefónico de acceso. Millares de sitios web eran aprovechados por enormes cantidades de usuarios gracias a computadores personales (PC) ahora más baratos y potentes.
Después llegó el momento.
Los formidables motores de búsqueda (como Google, Yahoo y MSN-search) alcanzaron la masa crítica de seres humanos acoplados al mayor cúmulo informativo de la historia.
Y William activó su wetware.

Electrognosis
Al comenzar el Tercer Milenio, William Walpole Wad, introdujo en la red una ramificación virtual de su propia mente.
Hoy ignora en qué lado de la pantalla se encuentra.
Está totalmente esquizofrénico.
¿Y qué?
En cierto sentido es omnipotente. Experimenta millones de identidades y perspectivas. Incluso las nuestras.
Cada vez que digitamos una dirección web, seguimos fragmentando y multiplicando su personalidad con la triple ‘W’ que es un código de extensión wetware.
Y también sus iniciales.

Inmaterial
William Walpole Wad se distingue de los demás datos, nombres y fechas aquí consignados.
Porque no existe.
Es ficticio. Irreal.
Pero posible.
O más bien, hiper-real.
Habita esa dimensión aparente.
Donde la locura juega videos.

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