jueves, abril 06, 2006

E25: De acero como las armas

En Abstracto 2.0
De acero como las armas

(No. 0) Originalmente escrito el miércoles 9 de octubre de 2002

Emocionado reanudo al fin la obra que suspendí a finales del año 2000. Ciertamente el diseño nacional experimentó transiciones en estos veinticuatro meses, unas mejores que otras, y el dinamismo que la disciplina tiene hoy hace oportuno el momento para plantear inquietudes a los diseñadores colombianos y extranjeros que en gran número consultan habitualmente www.proyectod.com.

A guisa de prólogo a la labor crítica y de complemento que durante las próximas cien semanas expondré en esta obra, cabe precisar para tranquilidad de aquellos lectores que recuerdan fatigados mis kilométricas columnas del ‘En Abstracto’ inicial, a veces hasta con tres mil vocablos, que la versión 2.0 se caracteriza normativamente por entregar semanalmente al público textos inferiores a mil palabras.

Entre los múltiples cimientos estilísticos que, tras intensas reflexiones adelantadas sobre cada uno, soportan mis argumentos están la semiótica, la psicología, la poética, y especialmente la retórica. Ésta última conoce en el preludio del sigo XXI un renacer impresionante el cual, auguro, transformará substantivamente la mayoría de los discursos contemporáneos, y dejar pasar desapercibido ese hecho puede volver anacrónico y sin valor comercial al diseño colombiano de la siguiente década.

El Compás
Para comenzar a aclararlo me remito a la reverencia al pensamiento lógico que nuestras metodologías de diseño industrial revelan cuando subrayan la importancia del cálculo y la explicación organizada (según parámetros socioculturales, estéticos, técnicos y ergonómicos) del proceso de configuración de los objetos desarrollados en función de un uso. Sin querer restarle méritos, recordemos que la lógica se sitúa sobre postulados teóricos vigentes universalmente en tanto la retórica transita sobre aquello que quizá entre en vigor o cuenta con perspectivas de ser aceptado.

Lo conveniente, lo habitual y lo realizable, en cuyos dominios se mueve el diseño son territorios retóricos. Por ello, el estudio retórico de la creación objetual se presenta como oportuno complemento a una apreciación semiótica de la misma que resulta a menudo ambigua, equívoca y llena de cabos sueltos.

Al respecto dice el filósofo español José Luis Ramírez: “La retórica como conocimiento de la actividad fundamental del ser humano se hace consciente y considera tanto lo que se dice como lo que no se dice. Pues también el callar o el dejar de lado un asunto es significativo; en cambio una semiótica del silencio es imposible, puesto que la semiótica exige como punto de partida un signo, siendo incapaz de manejar adecuadamente su ausencia”.
Vayamos al punto.

El número
Quienes estamos algo enterados del acontecer mundial del diseño sabemos que el galardón más acreditado en la disciplina es el Compás de Oro que organiza cada tres años la ADI en Italia. ¿Pero conocemos la retórica tras el nombre de dicho premio? Tal vez lo de ‘compás’ alude al instrumento de dos extremidades articuladas utilizado para transportar medidas y trazar circunferencias, y lo de ‘oro’ confiere la recompensa del raro metal como ocurre con la medalla de oro olímpica.

Si tal es nuestra apreciación del asunto es incompleta.

Y mucho.

Como anota el teórico turinés de diseño y expresidente del ICSID Augusto Morello (1), hablar del Compás de Oro es evocar que este país (Italia) posee el mérito de marcar una pauta mundial cuando de cultura y de producción industrial o artesanal se trata. Su significado es histórico y profundo pues el Compasso d’Oro mide el famoso ‘número de oro’, una proporción entre dos porciones de una línea o dos dimensiones de la figura de un plano en la cual la menor de las dos es a la mayor lo que la mayor es a la suma de ambas.

Ese número dorado, cuya relación es aproximadamente de 0,618 a 1,000 fue muy apreciado por dos precursores del diseño italiano: Leonardo da Vinci (1452-1519) que supera toda presentación y su coetáneo el gran matemático Luca Pacioli (1445-1510) quien en su obra ‘Divina proportione’ partió de dicha ‘sección áurea’ para intentar deducir los ideales arquitectónicos, y las proporciones arquetípicas del cuerpo humano y hasta de las letras.
La retórica ve donde la semiótica es ciega.

El lápiz
Incluso en Colombia, donde también tenemos un evento insignia: el Lápiz de Acero, hijo como la revista proyectodiseño y esta página web de la editorial Grupo D Ltda.

Ante la lógica es obvio, siendo un lápiz el símbolo de proyectodiseño, que tal objeto unido al adjetivo ‘acero’ (que comporta fortaleza, elasticidad y elegancia) identifique al premio.
Pero como el Compás de Oro, el Lápiz de Acero envuelve en mi opinión una trascendencia retórica que pocos aprecian.

Se remonta a los griegos quienes llamaron ‘graphis’ al carbono cristalizado en piedra que los romanos denominaron ‘lapis’, lo cual origina nuestra calificación (bajo ‘lápiz’ como nombre genérico) de varias sustancias que sirven para dibujar. O graficar.

Más aún, los romanos conocieron como ‘lapis’ o ‘petras’ a las piedras en general y con esos materiales transformados sus ‘operarius’ u obreros, conducidos por los ‘architectus’ transfiguraron a Roma en capital del mundo.

De igual forma se referían a las piedras preciosas como ‘lapis’.

Y hubo una —asimismo compuesta por carbono cristalizado— el ‘adamas’ o diamante, que veneraron por su extraordinaria dureza sólo comparable a la de otra sustancia a la cual por afinidad llamaron ‘adamantium’: el ‘ferrum’, o hierro, un metal que mezclaban con carbono equivalente al que integra el grafito para obtener el acero o ‘acies’ (que traduce ‘punta’ o ‘corte’).
Con dicha aleación se forjaron las mejores espadas.

Y figurativamente las denominaron ‘aceros’.

Así la espada símbolo del guerrero y el lápiz, equivalente funcional de la pluma, que representa al pensador, aunque disímiles, tienen en común un corazón de carbón metáfora del sentir del alma humana capaz de odiar o amar.

Y de usar el acero para destruir la vida. O para construirla.

Es significativo entonces que el premio de diseño más importante en Colombia, herida por la violencia, sea un Lápiz hecho de Acero como las armas.

Significativo y esperanzador.




(1) Augusto Morello, cuyo pensamiento inspira mi obra falleció el pasado 4 de septiembre de 2002.
Escribo esta columna en su memoria.Descanse en paz el ilustre pensador.

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